Pedro Rubal Pardeiro, un gran docente
A veces agradecemos el haber nacido, aunque solo sea por la oportunidad de conocer a personas tan entrañables, inteligentes e interesantes como mi buen amigo Pedro Rubal Pardeiro.
Conocí a Pedro Rubal a comienzos del curso de 1978-1979, siendo él profesor y director del Instituto de Burela, y yo del Instituto de Formación Profesional de la misma localidad.
En aquel entonces ambos centros compartían edificios, pero a pesar de ello y gracias en buena parte a la experiencia y habilidad de Pedro Rubal, se logró una convivencia armoniosa, respetuosa y pacífica, que serviría de ejemplo de compatibilidad en la actualidad.
IES Perdouro (Burela)
En aquel curso nuestros encuentros y reuniones no se limitaron a los puramente docentes o académicos, sino que se transformaron en una gran y duradera amistad, pues manteníamos frecuentes reuniones en muchas ocasiones con nuestras respectivas familias en diversos lugares, entre ellos, en su casa de A Seara (Alfoz), donde su esposa Carmen García nos deleitaba con excelentes delicias gastronómicas.
Posteriormente Pedro se trasladó a Mondoñedo, pero a pesar de ello siempre hemos seguido manteniendo una gran relación y amistad, que engrasamos con esporádicos encuentros o, con mayor frecuencia, a través del teléfono.
Pedro siempre fue un amante de su trabajo, procurando siempre la perfección; cuidador de sus amistades, pero sobre todo exquisitamente preocupado por el bienestar de su familia, tanto de su esposa Carmen como de sus hijos Pedro Jesús y Ramón.
Además de su actividad profesional de procurador y docente, Pedro Rubal ha engrandecido el periodismo y la literatura gallega con innumerables artículos y libros de gran profundidad filosófica. Me cabe el enorme honor de haber sido designado como uno de los presentadores de su libro “Evolución y Complejidad. Perspectivas científica y metafísica”, donde intenta aclarar los grandes enigmas de la ciencia y de la mente, conceptos, que a mí, he de confesar humildemente, me son muy difíciles de comprender.
Ojalá Dios y la naturaleza permitan gozar de su presencia a las actuales y a las nuevas generaciones.